Hace poco, revisando una estantería de libros en un establecimiento, ojeando alguno que pudiera ser de mi interés, reparé en algunas cosas que más si cabe en estos tiempos que vivimos me hacían recuestionarme las absurdeces hasta las que hemos llegado.
Pero ante todo…, ¿qué es un libro?
Sí, sí, sí…, un conjunto de muchas hojas de papel…, sí, algo impersonal, un objeto al fin y al cabo, ¿no?
Pues no, un libro es un conjunto de sentimientos, confidencias…, es un amigo o temido villano, pero en definitiva es quien te hace sentir, vivir e incluso viajar y transportarte hacia otros rincones del universo.
Es maravilloso el olor del libro usado, el sentir que otras manos lo tocaron, que otros lo leyeron y que otros quizás se habían sentido como tú al leer tal o cual párrafo. Pero cuando vas a comprarlo, te encanta que huela a nuevo, que el tacto sea suave, que te de miedo incluso de pasar las hojas para que el canto no tome unas arrugas y formas a tan temprana edad.
Un libro es como un buen amigo y compañero.
Entiendo la existencia de una ley que regule los derechos concernientes a la propiedad intelectual. No me voy a meter en temas de piratería, ni en los precios, ni en los dires y diretes. Sino en sí de nuestros derechos como compradores. De nuestro derecho a poder comprar, elegir y devolver lo que no nos interese.
Ahora en los establecimientos, te advierten que los libros no tienen devolución por no incurrir en un delito contra la propiedad intelectual, puesto que se puede preveer que el que lo ha comprado, lo haya fotocopiado, reproducido o leído y acuda a su devolución.
Que no digo que eso sea cierto en algunos casos, pero en otros…, no es así. Recuerdo que en alguna ocasión fui tan pesada con que quería un libro en concreto que por Reyes lo obtuve duplicado por diferentes personas. Sin ningún problema, una iba al establecimiento, y lo descambiaba por otro aunque hubiesen pasado unos días.
Vaaaale, que ahora se quieren curar en salud. ¿Qué se hace en estos casos? A ver, una solución.
Ahora voy a plantear otro problema. Mis amigos los libros quieren ser recordados con cariño, ser bien tratados y no estar contínuamente valorados económicamente… Es muy usual encontrarte impreso sobre el código de barras de un libro, el precio que le corresponde según la editorial. Molesta bastante, aunque al menos es discreto. ¿Eso debe permitir a que se les tatúe con innumerables pegatinas indicando sus precios según están o no de oferta? Pegatinas que luego en ocasiones no puedes quitar. ¿Y si es para un regalo? ¿Le dejas el precio o el posible desgarrón? Y encima no lo puedes devolver si no acertaste con el título o el autor.
Al igual que un CD o DVD no se puede devolver a no ser que esté completamente embalado (con lo que si está repe tenemos una oportunidad de cambio) o que se pueda demostrar que posee algún tipo de fallo y que sea imposible de leer.
Por qué se protegen los CDs o DVDs mediante un plastiquito en el que ponen el precio que se puede eliminar fácilmente y además en ocasiones una cinta cruzada alrededor para impedir que se abran…, y un libro está expuesto al manoseo contínuo de la gente, al tener que dejar una fea etiqueta con el precio, el tener que estar con esquinas dobladas de las malas colocaciones e incluso descubrir alguna pintada de algún ser que por descuido familiar hizo sus garabatos en alguna de sus hojas…, y además…, recordemos…, no podemos devolverlo…
Mi solución. Que los libros estén envueltos también en un plástico, que sea ahí donde tengan su etiqueta con sus precios y sus rebajas y que así podamos descambiarlos y/o regalarlos sin tantos miramientos. Que al igual que otros productos, haya uno o dos de muestra para dar un rápido oteo a su interior, porque reconozcámoslo, no sólo con el resumen que se nos muestra en la tapa trasera se consigue atraernos.
Afortunadamente, este país es un gran lector, y prefiere gastarse 10, 15 ó 20€ en un libro que en un CD o DVD. Somos así. Aprovechémoslo pues y no volquemos encima, sobre el posible lector, esta responsabilidad.
Así que, en unos tiempos en que muchos piden y pocos dan. En esta ocasión me voy a sumar al grupo de los que piden. Seamos más sensatos, por favor y démosle mejor trato a los libros en los diferentes establecimientos.